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El Rey Juan Carlos y Marta Gayá, una historia de amor


El Rey Juan Carlos y Marta Gayá protagonizaron un romance secreto y duradero desde que se conocieran a finales de los ochenta hasta finales de 2003. Ella, siete años menor que el entonces monarca, consiguió atraer al hombre que además era Rey y en 1990 comenzaron una relación sentimental cuyo poso aún no se ha extinguido. Fue una historia de amor intensa que se acabó un día  hoy recupera gracias a las grabaciones inéditas.

En ellas un desconocido rey de España confiesa que los años vividos al lado de Gayá han sido los más felices de su vida. Toda una revelación que tres décadas después se traduce en una gran amistad entre ambos.Ella sigue siendo importante en la vida personal de don Juan Carlos y por ello se respetan y se quieren.

De indiscutible atractivo, alta y de ojos verdes, nacida en una familia mallorquina y adinerada, Marta se convirtió en la mujer con la que don Juan Carlos soñaba y a la que buscaba en cuanto disponía de unos días libres. Gozaba de magníficas relaciones en Mallorca y su pasión por vivir enamoró al Monarca.
Marta Gayá 
Rey Juan Carlos
Fue en el verano de 1990 y en Palma, ciudad en la que ella solía residir, donde coincidieron en público por primera vez. Hasta entonces había sido, aunque realmente siempre siguió siéndolo, la mujer invisible. Su relación sentimental ya era un hecho que conocían solo unos cuantos amigos íntimos, pero nunca antes se les había visto en el mismo lugar y a la misma hora. Allí, en el Club Náutico, en una cena que se celebraba con motivo de las Regatas de la Copa del Rey, estaba ella del brazo de José Luis de Vilallonga, acompañado, a su vez, por el príncipe Chokotúa (y la esposa de éste), ambos, mosqueteros custodios del clandestino romance. Cuando don Juan Carlos se levantó para saludarlos, descubrió con su inusual gesto cuánto le importaba esa mesa y sus comensales. Doña Sofía lo vivió en sus carnes y ya nunca lo olvidó, probablemente.
Rey Juan Carlos 

Eran años de bonanza y esplendor en los veranos de Marivent, con posado de la Familia Real, sonrisas y regatas y de un entonces Príncipe enamorado de Isabel Sartorius. El Rey hacía y deshacía. Estaba en plena forma con 52 espléndidos años. Su historia con Gayá siguió adelante y llegó mucho más lejos, pese al tremendo disgusto de la reina Sofía. Desde aquella cena en el Náutico de Palma en la que vio cómo actuaba su marido debió saber que aquella era una relación diferente.

El affaire con la bella mallorquina se intensificaba a la vez que los problemas para los colaboradores más allegados a don Juan Carlos. Nunca aparecieron en público, pero navegar era una de sus pasiones y por eso la compartió con ella. Los vieron juntos en El Fortuna y, en pro de la discreción, pasaban de un barco a otro en altamar, en algunas de sus escapadas. Mallorca, París, Gstaad (Suiza), casas de amigos y cenas privadas. El monarca la incorporó a su vida e intentó normalizar una relación que no podía ser. Sus amigos callaban, pero era un secreto a voces. Llegó un momento en que ellos mismos fueron conscientes. Algunas crónicas aseguran que doña Sofía pensó seriamente en divorciarse y macharse a Londres. Luego todo siguió igual: su marido vivía parte de su vida lejos de ella, la Reina, “una gran profesional”.
Marta Gayá


El secreto lo fue menos cuando dos años después, en 1992, la revista ‘Época’ llevó a su portada el rostro de la bella Gayá y hablaba de la relación de don Juan Carlos con la que entonces llamó ‘La Dama del Rumor’, en un reportaje firmado por Juan Luis Galiacho.
Sin embargo, fue el expresidente Felipe González quien ‘descubrió oficialmente’ al Rey. Ocurrió que un periodista le preguntó, el 18 de junio de ese mismo año, sobre el nombramiento del sustituto en Asuntos Exteriores del ministro Francisco Fernández Ordóñez, quien acababa de renunciar poco antes de su fallecimiento. González contestó que no había tenido ocasión porque el Rey no estaba. En la agenda oficial no había viaje programado así que hubo que dar una excusa creíble y se dijo que su ausencia se debía a un chequeo rutinario en Suiza. Después, Sabino Fernández Campo, agotado de no decir verdad, prefirió reconocer que se trataba de un viaje de descanso y luego llamó a don Juan Carlos y le sugirió que volviera.

Ya poco había que ocultar: el rey pasó casi una semana ´desparecido’ en una localidad cercana a Saint-Moritz con Marta Gayá. Era donde quería estar. Con los años, Suiza se convertiría en su lugar en el tiempo, donde vivieron momentos muy señalados y en los que no les faltó de nada. Don Juan Carlos se encargó de todo.
Marta Gayá

Leal, confidente y discreta, quienes la conocen aseguran que esta mujer nunca hablará. Jamás quiso protagonismo y ha rechazado cuantas entrevistas y reportajes le han propuesto. Se sabe poco de ella y, entre otras razones, porque poco se investigó entonces. Durante los años que duró la relación no se podía hablar de ello. Era información sin salida. El Rey Juan Carlos era intocable.

Cuándo acabó su historia de amor definitivamente tampoco se sabe exactamente, pero sí que en 2004 llegó Corinna. Resulta revelador saber que tras la ruptura con la princesa consorte alemana, Zu Sayn-Wittgenstein, Marta estuvo ahí, cuando don Juan Carlos lo necesitó. Ahí, como desde hace tiempo porque les une mucho, una amistad verdadera.
La mallorquina, que conserva su casa de Palma y posee un piso céntrico en Madrid, suele viajar varias veces al año y sus destinos favoritos son Florida, Estados Unidos y Grecia.

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