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HOY HACE UN AÑO: Alaska desmiente las sorprendentes declaraciones del exjefe de Boyer

La exclusiva de Pronto del exjefe de seguridad de Miguel Boyer e Isabel Preysler en 1985, Javier Jiménez, uno de los testigos del testamento del exministro, fue una de las noticias más comentadas en la Crónica Rosa de Es la Mañana de Federico, con Alaska, Beatriz Cortázar y Rosa Belmonte. En dicha entrevista confiesa que cuando empezó a trabajar para éste "no salía todavía con Isabel Preysler, pero le confesó que se había enamorado de una mujer muy conocida", hasta que tiempo después iniciaron una relación sentimental y empezaron a vivir juntos.
También habla de las amistades del presidente del Banco Exterior de España. Dice que las personas de confianza "eran Manolo Guasch, Mariano Rubio, Manuel de la Concha, Elena Benarroch, Fernando Ferández Tapias, Terenci Moix y Alaska". Esta última sorprende a la periodista de la revista, que le pregunta por esa amistad, a lo que el exjefe de seguridad explica que "eran muy amigos. Él la apreciaba porque es una persona inteligente. A veces quedaban a comer o cenar", declaraciones que ha desmentido la propia Alaska en la mesa de la crónica rosa de esRadio. La artista aseguró que "ni siquiera ha coincidido con él en algún evento, ni por la calle, que no se han visto en ningún lugar". Aclaró que se lleva bien con Tamara Falcó y que con ella sí que ha quedado para comer o cenar, pero que "a Miguel Boyer no le conoce de nada". Por estas falsas declaraciones, a la artista solo le queda preguntarse "con qué te puedes quedar de la entrevista que sea verdad".
En un momento del reportaje, Javier Jiménez explica que "Miguel solo se fiaba de él" y que "Isabel era la que llevaba los pantalones". Aprovecha para explicar que Boyer no tenía ninguna relación "afectiva" con sus hijos mayores y que fue testigo del testamento por el que ahora están enenfrentados la exmujer de Julio Iglesias y los hijos del exministro. "Dejaba todo su capital y su patrimonio a Isabel Preysler y para sus hijos dejaba exclusivamente su biblioteca. Allí no se hablaba de bustos, ni de cuadros. No se hacía referencia al edificio de la calle Velázquez, que era de su padre e imagino que ya debía estar vendido y repartido entre él y sus hermanos, ni de la finca que la familia Boyer tenía en Irún".
Termina explicando que Miguel Boyer "se gastó todo el dinero que heredó de su padre y lo que ganó trabajando" y que "le consta que Isabel estuvo absolutamente pendiente de él hasta el día de su muerte". Por último, solo tuvo palabras bonitas para la socialité, que la calificó de "amable y agradecida" y aclara que si sale ahora en los medios es porque "cree justo que las cosas queden claras para que no haya más especulaciones al respecto".

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